jueves, 19 de agosto de 2010

Casa Paco





Este texto se enmarca en la rúbrica “placeres” más que en la de gastronomía estricta.

El placer de Casa Paco es el que se puede observar en la foto: una terraza asilvestrada recogida bajo la desmesurada copa de un ficus que, al igual que los empleados fieles o los futbolistas de cantera, se ha hecho en la casa.

Según la amabilísima camarera del lugar el ficus llegó hace veinte años de la mano de un cliente y en una maceta, se adaptó al sitio y al rincón que le atribuyeron y no ha hecho más que crecer, adornando con el follaje un paisaje urbano que lleva otros tantos años desdibujándose, perdiendo entidad y contemplando impotente la degradación de su entorno inmediato y el inexorable paso del tiempo y de los planes urbanísticos.

Encontrarán Casa Paco con dificultad en el barrio barcelonés de la Sagrera, a escasos metros de uno de los centros neurálgicos de las obras que preparan el trayecto subterráneo del AVE por la ciudad, muy cerca del lugar que ocupará la futura estación y frente a un caserón destartalado que otrora fue aduana ferroviaria.

Tráfico de “bañeras” –esos trailers que acarrean tierras de desmonte o arena o escombros- y parroquia con la etiqueta “Adif” a la espalda.

Desde mi punto de vista lo mejor de la casa son los desayunos. Bocadillos de talla XL con salchichas fritas y pimientos verdes o lomo y queso o quizá algún embutido de calidad standard. Olvídense aquí de las alharacas, suplidas con ventaja por la amabilidad de la señora que atiende la terraza, por el fondo sonoro del incesante desfile de camiones y por el repiqueteo lejano de un martillo neumático. “Cinéma vérité” en vivo y en directo.

Pida La Vanguardia y una cerveza, coma con tranquilidad y remate la faena con un café con leche o un carajillo o cualquier alternativa cafetera al uso. Pagará por ello poco más de ocho euros.

Al mediodía sirven un menú de nueve euros con más pena que gloria, razón por la que preconizo la alternativa del desayuno fuerte.

El patrón de la casa regenta a pocos metros un restaurante de raíz gallega que cultiva el género “mariscos y pescados” con aires postineros y pasando por alto las entradas de cuchara. El “Esthvan” que así se denomina el negocio, no es santo de mi devoción cómo quizá hayan notado.

Casa Paco está afectado por la remodelación de la zona y tiene las semanas contadas. Quizá por ello no es más de lo que es y me refiero a él con cierta indulgencia y alguna dosis de nostalgia adelantada a su inminente cierre y desaparición física por derribo.

Por lo inusual del establecimiento y de su precaria ubicación les sugiero que se dejen caer por allí. Otro mundo.


Pierre Roca


“Casa Paco”
Baixada de la Sagrera s/n
Barcelona

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