domingo, 8 de abril de 2012

Verdura.

La verdura está a buen precio y hay que aprovecharla, aunque para sacarle mayor rendimiento es indispensable tener algún conocimiento acerca de la conservación.

Les cuento mis últimos pasos:


Exuberantes pimientos rojos a 1,50 € el kilo, fotogénicas berenjenas a 0,80 € y cebollas grandes a 0,70 €.

El jueves me hice con tres kilos de lo primero, uno de berenjenas y uno y medio de cebollas secas de las de toda la vida.

En un par de horas largas, en una cazuela de medida suficiente y con abundante aceite lo convertí todo en una sanfaina o pisto de prometedor color oscuro que dispuse en tarros de plástico –unos 400 g. de sanfaina en cada uno-. Los tarros y su contenido reposan ahora en el congelador vertical –de cajones- esperando que vaya usando sanfaina para cualquier preparación, desde una pasta hasta un bacalao, un arroz o cualquier otra cosa.


Hermosas zanahorias a 0,46 €/kg.

Una vez peladas -compré dos kilos- las puse en una “cocotte” –recipiente pesado de acero inoxidable o de hierro fundido, de paredes y fondo grueso y de procedencia francesa o alemana- junto a una hoja de laurel, una ramita de tomillo y la sal necesaria, o sea poca, y sin líquido alguno.

Tapé el recipiente interponiendo una hoja de aluminio de cocina entre la tapadera y la “cocotte” y lo puse sobre fuego mínimo. Cada ocho o diez minutos levantaba la susodicha “cocotte” y sin destaparla hacía saltar el contenido con enérgicos movimientos, volteándolo de esa forma.

A los veinte minutos levanté la tapa, pinché una zanahoria, comprobé que aun ofrecía resistencia y puse de nuevo el recipiente al fuego. Diez minutos más tarde las zanahorias estaban en su punto. Las dejé tapadas hasta que se enfriaron y ahora están en la nevera, tapadas con lámina de aluminio a la que con ayuda de un palillo he practicado unos cuantos agujeros.

Será un muy buen acompañamiento para una carne de cerdo, por ejemplo. O un primer plato.


Tremendos calabacines a 1,20 €/kg.

Un kilo de calabacines sin pelar, lavados y cortados a dados gruesos. Una patata mediana pelada y laminada.

Lo pongo en un recipiente en el que hierve un caldito vegetal o el agua en la que ha hervido cualquier verdura. Hoja de laurel, ramita de tomillo.

Cuando el contenido del recipiente está hecho lo escurro conservando el líquido de cocción y lo paso a un recipiente en el que pueda triturarlos con el minipimer de turno.

Una vez triturada la mezcla la paso por el chino para afinarla, añado un poco de líquido de cocción hasta conseguir la textura que me gusta y con la batidora de alambre en una mano y la aceitera en la otra remuevo mientras añado un hilillo de aceite vírgen de forma continuada.

Cuando el resultado –textura y brillo- me agrada rallo un poco de nuez moscada, remuevo y lo ajusto de sal.

Si lo hace y quiere hacerse el experto puede darle el nombre de “crema de calabacín emulsionada con aceite virgen”. Y a correr. Puede tomarla fría o caliente.

Con el líquido de cocción que ha sobrado haga lo que quiera. “Moje” una carne o un pescado, cometa una sopita o dedíquese un entrañable arroz hervido que aliñará con el consabido chorrito de aceite.

Considérese una privilegiada. O un privilegiado. A elegir.


Nota: Ignoro la razón por la que el país, el nuestro, no produce recipientes de hierro fundido. Los produce de fundición de aluminio pero el resultado no tiene nada que ver con el de sus homónimos europeos. Una lástima.


Pierre Roca

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